martes, 14 de diciembre de 2010

Realidad soñada

Un cuento hecho por mi espero que les guste^^

Mallqui Nina (árbol de fuego) despertó de golpe. Su cabello castaño le cubría la cara, su piel morena estaba cubierta de sudor y sus ojos marrones sobresaltados. Había soñado con una horrible batalla y se sentía muy asustada, lo único que veía era muerte.

Ella había sido elegida por su pueblo, Allppa (tierra), como la bruja, aquella con el don de entender a los dioses y comunicarse con las fuerzas de la naturaleza. Su mundo sufría por los Chon Ktauktau (hombres del infierno) y ella no veía la forma de ayudarlos, ya que no entendía qué querían decirles los dioses y eso la mantenía despierta.

Todo “humano” surgía de la naturaleza, pertenecía a un pueblo dependiendo del lugar donde aparecía y cuando moría llegaba otro para tomar su lugar. El nombre era dado por donde lo encontraban, por ejemplo, a ella la hallaron a los pies de un árbol que parecía estar prendido fuego.

Nina, para sus amigos, relajó su mente y trató de concentrarse en lo que la rodeaba; escuchó los ruidos de los animales, sintió la ropa que llevaba puesta y los cuerpos de aquellos con los que compartía la carpa.

Esperó hasta acostumbrarse a la oscuridad y salió. Una vez fuera, caminó con sigilo para evitar llamar la atención, llevaba puesto un pantalón y una remera de piel que le permitían movilidad y sigilo; llegó entre los árboles que rodeaban al campamento a un claro y se quedó mirando la noche. La luz del campamento de los Chon Ktauktau indicaba su existencia a pesar de la distancia y eso la ponía incómoda.

Los pueblos se habían unido para vencer a estos terribles monstruos que acababan con la vida a su paso. En este mundo se respetaba mucho la vida y matar se consideraba contra lo natural, sólo lo podían cometer los dioses, la naturaleza o los cazadores, para alimentar a sus pueblos. Pero estas criaturas de trajes negros y capuchas no respetaban nada, por lo que consideraban correcto matarlos.

Nina se dio cuenta de que la observaban y se dio vuelta rápidamente preparada para defenderse desenfundando su espada, en estos tiempos nunca se podía saber qué se encontraría en los bosques, todos se habían entrenado duramente desde que llegaron los Chon Ktauktau y ella no era la excepción.

Se encontró con Nawuel (tigre), un guerrero del pueblo Pùllù (alma), que la miraba fijamente y con una sonrisa burlona.

Gisela se despertó temprano, tomó el cuaderno que estaba cerca de su cama y empezó a escribir su sueño que hacía tiempo había empezado a tener sobre una chica igual a ella llamada Mallqui Nina.

Una vez que terminó se cambió, desayunó y se fue a la escuela. Fue un día sin penas ni glorias. Ya de vuelta en su casa se cambió para ir a una fiesta en la casa de su mejor amiga, Andrea. Como era de disfraces se puso un vestido de colores violeta, azul y celeste, con un corsé negro, unas pulseras y un pañuelo en la cabeza, como una gitana.

Mientras sus hermanos jugaban a la play ella daba vueltas por el departamento esperando a su mamá para que la llevara, todavía no tenia registro.

— ¿Te podés quedar quieta que me distraes? —la retó Agustín, su hermano mayor.

—Ándate a tu cuarto —le sugirió Marcos, el más chico.

Gisela se tiró sobre su cama y cerró los ojos.

— ¿Te asusté? —le preguntó Nawuel. Nina guardó la espada.

—Si —dijo con cara seria.

Nawuel dejó de sonreír, se acercó a ella y la tomó por la cintura. Era alto, no muy fornido, de piel morena, cabello y ojos negros.

— ¿Estás bien? —le preguntó más serio. Ellos eran amantes hacia algún tiempo, se habían conocido en uno de los viajes de Nawuel, al principio se detestaban por el orgullo de él y la terquedad de ella.

—Tengo miedo por lo que pueda pasar mañana —confesó Nina y hundió su cara en su pecho.

—Tranquila, algo me dice que sobreviviremos —dijo él, pero ella no le contó lo que había soñado. Él le levantó la cara y la besó.

Se quedaron abrazados largo rato hasta que tuvieron que volver con los otros a prepararse para pelear, pues pronto empezaría la batalla.

En el campamento se comió en silencio, todos tenían miedo y estaban nerviosos, era la primera vez que matarían a alguien que no era un animal para alimentarse.

El más viejo de todos se puso enfrente y tomó la palabra.

—Sé que lo que están a punto de hacer no está permitido por nuestras creencias, que va contra lo natural, pero deben recordar que si no detenemos a los Chon Ktauktau hoy nuestro mundo morirá y nosotros con él. Ustedes pelearan por la vida.

Todos asintieron seguros de las palabras pero el silencio perduró: aunque fuera por una buena causa, seguía siendo asesinato. Algunos le pidieron consejo a Nina pero ella tuvo que mentir porque ni ella sabía qué planeaban los dioses y no podía quitarles las esperanzas.

Ya estaba por amanecer, sintieron el temblor del avance de sus enemigos. Nawuel se acercó a Nina y tomó su mano.

—Cuando esto acabe juro que nos vamos juntos —le dijo sonriendo. Ella se emocionó a pesar del momento en el que se encontraban.

—En medio del bosque, lejos de tod…—Nina no terminó de hablar porque Nawuel la besó.

—Terminemos rápido —dijo y Nina le sonrió.

Gisela se levantó, volvió a tomar su cuaderno y empezó a escribir. Al rato escuchó a su mamá entrar al departamento, ya que siempre hacía ruido con sus tacones y decía un fuerte “Hola” cuando llegaba.

—Gi, ¿estás lista? —preguntó a los gritos después de saludar a los chicos.

—Ya voy —respondió ella y dejó el cuaderno sobre la cama.

Una vez en la casa de Andrea, saludó al resto de sus amigos y compañeros, charló, bailó, comió y jugó a las cartas.

Cerca de las cuatro empezó a vencerla el sueño, estaba parada en el medio de la sala de estar y no había lugar para sentarse, la música aturdía sus oídos así que cerró los ojos y trató de relajar su cabeza.

Nawuel y Nina estaban tomados de la mano escondidos entre los árboles, con el corazón latiendo rápidamente, esperando la llegada de los Chon Ktauktau. Cada vez se escuchaba y se sentía el fuerte avance de estos. Algunos rezaban y los más fuertes se concentraban en su objetivo.

Un movimiento de los árboles los hizo contener el aire, la nube negra que señalaba la llegada de sus enemigos salió al claro donde esperaban emboscarlos y les nubló la vista. Un grito ensordecedor y aterrador demostraba su presencia y provocó el silencio en todo ser vivo que se encontraba cerca, el mejor cazador dio la señal y todos salieron de su escondite.

Los Chon Ktauktau no esperaban el ataque pero no les importó empezar una batalla: vivían listos para pelear.

Nawuel y Nina se defendieron las espaldas y mataban a todo aquel que tuviera las capas negras y las armas con huesos. A pesar de que había salido el sol, el polvo levantado y la nube negra los tenia casi ciegos, por eso se movían guiados por sus otros sentidos. Chocaron con varios cuerpos muertos de sus enemigos tanto como de los suyos.

Estaban nerviosos, no sabían como iba la batalla, quién perdía o ganaba, no querían separarse porque la espalda del otro les daba seguridad y tampoco hablaban para no llamar la atención.

Escucharon un grito, que más parecía una orden, oyeron un chasquido y de pronto a Nina la alcanzó una flecha que se clavó en su corazón. Sentía cómo la sangre fluía hacia fuera y las fuerzas la abandonaban.

Nawuel la agarró antes de que cayera y la besó.

—Te seguiré hasta la muerte, aunque lo que mas valore sea la vida —le susurró al oído, la dejó en el suelo y arrodillado a su lado se clavó su espada en el pecho.

Ambos se sintieron envueltos por una bruma blanca.

Gisela sintió que caía y como estaba distraída no tuvo la fuerza ni el tiempo para sostenerse, cayó y se golpeó la cabeza con una mesa ratona. Quedó inconsciente.

Se sentía volando, todo estaba oscuro, le costaba formular algún pensamiento y le dolía todo. Abrió lentamente los ojos y se encontró en un cuarto blanco con luz entrando por una ventana. Se concentró y logró sentarse, se dio cuenta de que estaba sobre una cama, que había una tranquila música sonando y que no recordaba nada, salvo que la envolvía una bruma blanca.

La puerta se abrió y entro una mujer de mediana edad, cabello rubio, cuerpo delgado, alta, ojos marrones y unas ojeras enormes. Cuando se dio cuenta de que la miraban se quedó sorprendida al verla y empezó a llorar.

—Gi…—alcanzó a decir antes de que se tirara sobre ella y la abrazara con fuerza.

¿Gi?, se preguntó a sí misma. ¿Quién era esta mujer?

Entró un hombre también alto, un poco más robusto, cabello y ojos marrones y con las mismas ojeras que la mujer. Se quedo helado ante la situación que se encontró, también empezó a llorar, sonrió y las abrazó, confundiéndola más.

Llegó el médico, que les pidió a los dos que lo dejaran hablar con ella, ambos la soltaron pero se quedaron cerca, sonriéndose.

El médico diagnosticó que tenía amnesia. Sus “padres” empezaron a contarle todo sobre ella, pero nada le parecía conocido.

Siguió llevando la vida de Gisela, volvió a conocer gente que supuestamente la conocía, ir a la escuela, hacer natación y reunirse con amigos y familia, pero algo le decía que esa no era su vida.

Una vez, estaba recorriendo su cuarto y encontró un cuaderno con la historia de una chica llamada Mallqui Nina, que le sonaba muy familiar.

En la fiesta de “su” amiga Andrea se separó del grupo de gente y se quedó en el patio mirando la noche, sentía que esto lo había hecho muchas veces antes, pero no se acordaba.

—Te extrañé —dijo alguien detrás suyo. Se sorprendió y se dio vuelta para ver quién era. Nawuel la miraba con una sonrisa pícara en la cara— Mallqui Nina.

2 comentarios:

  1. Buena Vecky de mi ♥, lástima q no llegué a escucharte cómo lo leías en el Dardo Rocha :(. Te amoooo!

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