sábado, 5 de junio de 2010

Continua ^^

Salimos temprano, mama no vendría porque se “sentía mal”, seguro papa le pidió que no viniera para no tener dos contra uno, maldito viejo terco. Incluso Vera me dijo “compórtate, Benjamin ya es una persona madura, no te comportes como una caprichosa” ¡pues perdón por ser inmadura!
Papa iba delante de mi, no nos hablábamos asíque yo disfrutaba del paisaje, el bosque a esa hora tenia una mezcla de colores fríos con calidos, era hermoso.
Era un viaje de un día, por la noche llegaríamos al pueblo de los del aire. No nos detuvimos a comer ni a descansar, mi orgullo me impedía decir que estaba cansada igual que papa por lo que llegamos temprano, era un pueblo ubicado en un valle rodeado de árboles. Empecé a sentir olor a quemado, había demasiada luz en el pueblo y todavía faltaba unas horas antes que oscureciera. . .
— ¡Los están atacando! —Grito papa al mismo tiempo que me daba cuenta.
Corrimos lo más rápido que pudimos, yo saque mis armas de sus fundas en el trayecto y papa empezó a convocar a las raíces. Jóvenes y niños corrían a los bosques a ocultarse o a buscar ayuda de otros pueblos. Unos niños nos alcanzaron.
— ¡Son demonios! ¡Han incendiado el pueblo! — Una vez dicho esto siguieron corriendo. Ese era el gran plan de defensa, los más jóvenes corrían a refugiarse mientras los mayores se encargaban de mantener ocupados a los monstruos.
—Alba, ve de vuelta a casa y pide ayuda—Me ordeno papa.
— ¡No! Esos niños se encargaran de alertar, déjame ayudarte —Dije mientras lo seguía a la entrada del pueblo.
— ¡Pero todavía no has recibido tu primera misión! —Grito por los ruidos de las garras chocar, las casas cayendo y los otros gritos.
—Pues entonces adelantemos las cosas—Dije y corrí por otra calle para ayudar a los cazadores.
Los demonios tenían las semejanzas de un humano, igual que muchos monstruos, pero su piel era más fuerte que la de otras criaturas y era muy difícil cortarla si no tenías un arma especial, que por suerte a cada cazador le dan una después de cumplir los 15. Empecé a ayudar a los otros a mantener a raya a esos monstruos, ya sabían que no podía hacer mucho sin habilidades pero para eso me entrenaba más que el resto en armas.
Me encontré a Benjamin, sus ojos negros estaban fieros y su cabello dorado mojado, se movía con su espada como si esta fuera una extensión de su brazo, era alto y hombros anchos, había cambiado mucho.
— ¿Alba?—Me reconoció con una sonrisa—Hace mucho que no nos vemos—Comento mientras se deshacía de un demonio. Muy pagado de si mismo—Has crecido.
—Lamento que tu cumpleaños se haya arruinado—Cambie de tema, no podía ponerme a hablar de trivialidades con él ahora. Se encogió de hombros.
—No podría ser mejor—Dijo feliz y se alejo abriendo camino entre nuestros enemigos.
Los demonios empezaron a ceder en su defensa, uno a uno fueron cayendo mientras que la esperanza crecía en los cazadores. Los últimos se alejaban ya dábamos por ganada esta batalla, cuando regresaron y empezaron a tomar presas, nosotros.
Corrí alejándome a través de las paredes que todavía quedaban en pie hasta que choque contra alguien, iba a caer pero el me sostuvo y me quede prendada de sus ojos verde esmeralda. El también me miraba fijo, sentí calor en mi cara pero era algo bueno, creo.
¡No era momento de quedarme quieta! ¡Tenia que ayudar! Pero no podía dejar de mirar esos ojos ni moverme un centímetro. Soltó su aliento sobre mi cara y cedí a un extraño sueño que se adueñaba de mí.
Desperté, estaba todo oscuro, me encontraba en algo suave, lo palpe pero se sentía como una cama, me pare y me maree, no recordaba nada, al poner los pies en el suelo me di cuenta que estaba descalza, toque mis ropas, todavía las tenia. De pronto una puerta en frente de mi se abrió, la luz entraba por ella y una persona, que no lograba ver su cara porque le daba la espalda a la luz, se quedo en el umbral mirándome.
—Has despertado—Dijo con una voz suave. Entrecerré los ojos y pude ver los ojos verde esmeralda. Lo recordé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario