jueves, 24 de junio de 2010

Estaba oscuro y corrí hasta una luz, que resulto ser otro cuarto enorme, estaba iluminado por fuego que corría por las paredes de piedra y adentro había gente corriendo, demonios pensé primero pero luego vi sus caras detenidamente, me resultaban familiares. ¡Eran cazadores!
— ¡Alba!—Sentí que me llamaban, mire a un costado, ¡era papa! Pero se notaba asustado y preocupado— ¡Alba! —Volvió a gritar, de pronto sentí un fuerte dolor en el pecho, al tocarlo vi sangre, ¡estaba sangrando!
Desperté de golpe, unos brazos me rodearon.
—Tranquila— Era Leo, me relaje, estábamos en el cuarto. Mis sueños se estaban volviendo más nítidos. Habían pasado dos días desde que nos besamos, el recordarlo me hizo sonrojar. Había compartido mucho conmigo, como cual eran sus gustos, los momentos más importantes para él y cosas que no le cuentas a cualquiera. Leo río— ¿Te da vergüenza que te trate con tanta confianza?—Me pregunto y antes de que contestara me beso. Era tan lindo cuando sonreía, me quede mirándolo— ¿Qué soñaste?—Me pregunto. Casi lo olvidaba, los cazadores vendrían, tenia que decírselo aunque no le iba a gustar, los cazadores habían matado a su padre y aunque no me culpaba no le agradaba que los defendiera. Ahora entendía cuando papa me dijo que no todas las criaturas eran malas, pero los cazadores seguían siendo mi familia. Me puse seria y me senté bien en la cama, él entendió que no era algo bueno y también se puso serio.
—Los cazadores entraran en las cuevas— Dije. Se quedo mirándome como si tuviera algo que decir y no quisiera hacerlo.
—Tenemos que advertir a los demás y prepararnos para mudarnos— Dijo de repente parándose y empezando a cambiarse.
—Mi papa esta entre ellos— Dije, pero no vi ninguna reacción, algo me estaba ocultando— Voy a quedarme— Afirme. Estaba por llegar a la puerta pero se detuvo, la miro un momento para controlarse y se dio la vuelta, se notaba la rabia contenida en sus ojos.
—Lo siento Alba pero vas a venir con nosotros— Me ordeno.
—No lo are, me reuniré con mi padre y después te buscare— Dije desafiándolo. Fijo sus ojos en los míos.
— ¿Todavía crees que esas personas son buenas y vienen a buscarte?—Le costo no elevar el tono.
—No creo que vengan por mi, pero son mi familia y tengo que hablar con mi papa sobre mi poder— Dije sin inmutarme. El tomo aire y cerro los ojos.
—Hay algo que tienes que saber—Dijo sin abrir los ojos— El ataque en el que nos encontramos fue arreglado— Un sentimiento horrible empezó a crecer— Hay un grupo de cazadores que se dedican a matar a cualquier criatura que se les cruce sin importar nada, desean quedar como la raza superior, pero algunos de los cazadores no son lo suficiente fuerte o útiles para ellos, asíque los enviaron al pueblo del aire ese día para que nosotros los matemos, incluyéndote— Me quede helada, no podía moverme, Leo abrió los ojos y vi tristeza en ellos— Los trajimos aquí para que se unieran a nosotros, la razón por la que has visto tanta distintas especies es por que somos la resistencia— Espero a que volviera a parpadear e intento tomarme de los brazos pero lo empuje.
—No me vuelvas a tocar— Lo amenacé.
—Alba…—Empezó.
—No puedo y no quiero creerte— Lo interrumpí— Ve a alertar a los demás porque cuando salga de este cuarto me uniré a MI gente— Eso debió dolerle mucho porque apretó los labios y salio rápido del cuarto. Me deje caer al suelo y empecé a llorar.
Una vez que me hube calmado, tome mis armas y salí del cuarto con la antorcha en mano. Seguí las indicaciones hasta el pasillo que había visto en mi sueño, ahora entendía que estaba debajo de un volcán.
Empecé a escuchar ruidos, me recordaron a aquel día, había una batalla. Corrí hacia la luz y entre en aquella enorme cueva, había hombres, bestias, demonios y otras criaturas peleando. Sentí un temblor, el volcán iba a hacer erupción. Tenia que encontrar a papa.
— ¿Alba?—Alguien me llamo me di la vuelta y vi a Benjamin— ¿Estas viva?—Me miraba sorprendido, iba a preguntarle qué hacia aquí cuando se me acerco papa atrapándome en un abrazo.
— ¡Alba, estas viva!—Grito, parecía emocionado y sorprendido, pero conociéndolo sabia que estaba fingiendo— ¡Vete ahora y no me desobedezcas esta vez!—Me ordeno al oído. Ya iba a replicar— Por favor, yo voy a estar bien, solo vete y ponte a salvo— Me miro con desesperación y no pude negarme.
— Te veré afuera — Dije y salí corriendo. Benjamin volvió a llamarme pero yo no me di vuelta. Corrí por los túneles siguiendo las indicaciones. Hubo otro temblor y algo golpeo mi cabeza, quede inconsciente. En la penumbra desperté, me dolía la cabeza y al apoyar las manos sentí arena. Seguía en las cuevas, lo deduje por el olor a azufre y aquellos dibujos grabados en la piedra que vislumbraba. Sin darle importancia a la herida de mi cabeza por el golpe comencé a avanzar por los túneles, cuando sentí un temblor, era el volcán, debía apurarme si no quería morir carbonizada.
Oí a un ave graznar, sino me ocultaba chocaría conmigo y me atraparía, me aplaste contra la pared a pesar del calor. Vi sus ojos verdes esmeraldas, perfectos y . . .
debía detener mi imaginación, el era mi enemigo. Llegue a la salida del laberinto pero antes de salir algo llamo mi atención, había nombres, ¡entre ellos estaba el mío! De repente me di cuenta, esos nombres eran de esos cazadores que había visto ser raptados antes de que me chocara con Leo, aquellos que luchaban contra los demonios también eran cazadores, ellos me habían herido en mi sueño, en la mayoría de mis sueños ¡ellos intentaban matarme! ¡Leo tenia razón! Aquellos que me habían traicionado eran en quienes había confiado, ¡el volcán era la tumba de inocentes!
Desvíe la mirada, sentí rabia y vergüenza de mi misma, al ver al precipicio lo vi. Serio y con tristeza en su cara, miraba a la nada. Se giro y me vio, su expresión se volvió de sorpresa; deseaba tanto correr a el y abrazarlo; pero era seguro que para este momento me odiaba y ninguna disculpa me devolvería su confianza.
Se acerco, yo me quede quieta, inmóvil esperando, se detuvo a unos centímetros y me atrapo con su mirada fija, acaricio mi cara y me abrazo fuertemente contra él. Me quede unos segundos confundida pero sin preguntar nada lo abrace y enterré mi cara en su pecho, estuvimos un momento así hasta que un temblor nos recordó que estábamos en un volcán, nos separamos pero seguimos viéndonos a los ojos.
—Yo... —Intente hablar pero me interrumpió poniendo un dedo sobre mi boca.
—Primero ven conmigo y luego hablamos — Dijo sonriendo, ya no había tristeza en su cara. Le devolví la sonrisa y lo seguí sin preocuparme a donde.
Me llevo por el bosque y cuando estuvimos lo bastante alejados me acerco a él y me beso.
—Lamento no habértelo dicho antes, sabia que no dejaría de confiar en esas “personas”— Se disculpo.
—No te disculpes yo soy la idiota que no confió en ti— Dije— Tenia razón, incluso mis sueños me lo habían dicho— Se puso tenso.
— ¿Qué pasaba exactamente?—Pregunto mirándome fijo.
—Nada, tranquilízate— Le rogué, Mi padre me había salvado, ¡Mi papa seguía en el volcán!—Mi papa s…—Intente correr de vuelta pero me detuvo.
—Tranquila, él sabe como salir— Dijo sonriendo— él es de la resistencia— Me quede confundida.
—Puedes dejar soltarme sorpresas como si nada— Le pedí, él sonrió.
—Te faltan muchas cosas por saber— Dijo y volvió a besarme.

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