lunes, 21 de junio de 2010

Vuelvo con el cuento

Leo me agarro del brazo y me dio la vuelta, estaba molesto.
—Te perderás, déjame llevarte al cuarto—No me miraba.
—Esta bien— Respondí, tampoco tenía ganas de mirarlo.
Me guío por los pasillos de piedra y para pensar en otra cosa me puse a observar cuidadosamente las paredes sin perder el paso para que no tuviera más motivos de estar molesto, los demonios enojados no son buenos enemigos. Cada tanto se repetía una secuencia de dibujos que, por lo que entendí, advertía si se podía doblar a ambos lados, seguía para la izquierda o derecha, etc. Eran indicaciones, los demonios podían ver en la oscuridad, era el escondite perfecto.
Terminamos en el cuarto, una vez que entre el se fue.
Entre en el cuarto, al fin podía verlo bien con la antorcha, no era muy grande como había comprobado antes, me acerque a las armas y me di cuenta que eran las que tenia la vez que nos encontramos, ahora que lo recordaba no tenia idea de hacia cuanto Leo me había traído, podían haber pasado días. No estaba mi bolso con mi ropa y mi comunicador, lo habría dejado caer. Me acerque al rincón opuesto para ver lo que la vez anterior no había podido ver, pensé que era un poso pero al alumbrarlo vi que tenia mucho agua, perfecto, la verdad es que ya me sentía sucia. Cerré la puerta de la entrada, me saque la ropa y entre, estaba fría pero como no corría viento en esos túneles hacia calor por lo que me venia bien. Una vez terminado el baño abrí el armario y observe que las telas eran ropas, me quedaban grandes, asíque con un cuchillo las corte y uní con nudos, eran bastantes cómodas sobre todo para moverse en caso de tener que pelear.
Volví a pasar el tiempo boca arriba en la cama, no podía volver a salir si Leo no estaba cerca, no todos los demonios eran tan inútiles como los dos que vencí, no a todos podría vencer con las armas y muchos tenían rencor contra los cazadores. Como Leo. Ese pensamiento me hizo sentir triste.
En algún momento me dormí. Volví a ese lugar oscuro, pero cuando la sombra apareció podía verla mas clara, se notaban rasgos de hombres y volví a sentir ese sentimiento de asfixia como en la pasadilla anterior. Unos golpes me despertaron, me sentí aliviada al despertar, volvieron a tocar, al abrir la puerta me lleve una sorpresa, quien había tocado no era Leo, era mujer muy hermosa de figura y facciones marcadas, cabellos rubios y de ojos azules.
—Leo me pidió que te trajera esto— me mostró el plato de puré que me había dado antes. ¿Quién es ella? ¿Y por qué solo me dan esto? Me pregunte— Leo dijo que preguntas mucho—Comento con una sonrisa, la mire a los ojos, ¿qué me podía hacer?—Me llamo Camila, soy una sirena y puedo saber lo que piensas, el puré es porque debemos cuidar lo que tenemos.
— ¿Qué?— Pregunte atónita.
—No te enojes— Me pidió, hablo con Leo, pero ella si parecía arrepentida— Al no estar en mi ambiente me siento desprotegida y recurro a mi poder para compensarlo, puedo dejar de hacerlo si te molesta— Dijo
— ¿Puedes?— Pregunte tomando el plato de puré, ya mas calmada, estaba rodeada de criaturas, iba a tener que dejar de sorprenderme.
—Si me concentro en otra cosa tu mente seguirá siendo privada— Respondió sonriendo de nuevo. La deje pasar al cuarto.
— ¿Y por qué viniste tu y no Leo? ¿Esta molesto?— Le pregunte cambiando de tema, en realidad se me escapo, ¿qué me importaba él?
—Si pero no contigo, tiene miedo de que te hayas enojado mucho con él por lo que dijo, es que no le agradan los cazadores— Respondió mirando lo que llevaba puesto, no dándole importancia a la pregunta.
—Ya me di cuenta— comente.
—Creí que no te quedaría la ropa de Leo pero veo que te has arreglado— Dijo— Pero si quieres algo mas dímelo y te prestare la mía— La observe, era mucho mas alta que yo o Leo, como hacia para pasar por los túneles?
—Los túneles son mas altos de lo que crees— Respondió mirando alrededor, de pronto me miro fijo asustada— Perdón no era mi intención hacerlo es que no llegue a distraerme del todo.
—Si se te escapa trata de olvidarlo y no responderme— Dije. Comí el puré rápido porque me incomodaba que Camila me mirara tanto.
—Bueno, vamos— Dijo una vez que termine.
— ¿Adonde?— Pregunte.
—Ya veras— Respondió y salio. La seguí, volví a observar cuidadosamente los dibujos en la pared. Recorrimos muchos pasillos, hasta que al fin terminamos ante una enorme puerta. Camila la abrió y quede asombrada de lo que estaba viendo.
Era un enorme cuarto lleno de demonios y otras criaturas como metamorfos, sirenas hasta incluso árboles. En un costado estaba Leo, acompañado de tres personas, demonios, una mujer mayor pero que al verla no podías no respetarla, su figura era menuda pero sus facciones eran serias y ni hablar de sus ojos, y dos hombres en edad madura. Camila se acerco a estas personas y las saludo, yo me quede atrás.
—Así que tu eres Alba— Dijo la mujer, todos en el cuarto callaron y se quedaron mirando con respeto, había acertado.
—Si— Respondí, no sabia que más decir.
—Podrías decirme que has soñado—Me pidió. Yo la mire confundida, pero eran solo pesadillas, ¿por qué le interesaban? Casi la había olvidado por la aparición de Camila, casi.
—Soñé con una sombra con rasgos de hombre asfixiándome— Dije.
— ¿Puedes ver en que lugar ocurre?— Cada vez me enredaba mas.
—En un lugar oscuro— Respondí.
—Todavía necesitas practicar— Dijo y se alejo a otro grupo de gente, junto con los dos hombres. Las conversaciones se reanudaron y yo me quede perdida.
— ¿Pero que…?— No entendía nada. Camila me miro con compasión.
—Dile— Le ordeno a Leo.
— ¿Por qué? Están bien las cosas así— Se quejo, no me había mirado cuando llegue pero ahora que lo hacia me sentía nerviosa.
—No me importa quien, solo que alguien me diga que esta pasando— Me exaspere, me necesitaban y al segundo me dejaban a un lado sin explicación, me estaba enojando.
—No tienes Habilidad sobre la tierra porque se te a otorgado un don mejor— Dijo la mujer volviendo cerca de nosotros tres, Leo la miro molesto— Puedes ver lo que sucederá, al igual que mi hijo y Camila has sido bendecida con una habilidad única, control sobre uno de los misterios mas grandes, la mente— Me quede helada. ¿Yo era vidente?
—No es cierto, son solo pesadillas— Dije convencida.
— ¿Estas segura?— Me pregunto y me miro con sus ojos rojos, de pronto me vinieron a la mente los primeros sueños que tuve y que no dejaba de tener hasta que papa me dio ese atrapasueños, en batalla tendría una aliada, cuando conocí a Vera; Papa sangrando en una pierna, él paso 2 meses en casa y había inventado que estaba de vacaciones pero yo igual me había preocupado; la mariposa plateada, que se parecía a la pequeña espada que me regalaron y el ultimo aquel laberinto oscuro en donde me encontraba ahora.
Me quede petrificada dando me cuenta de esto.
Leo se interpuso entre su madre y yo.
— ¿Por qué no podías esperar un poco mas?— Le pregunto enojado— Ella no es como Camila, que lo acepta todo porque puede entenderlo, Alba ha vivido protegida y tu solo la confundes— Me tomo en brazos—No esperes que se nos una, ella todavía confía en esos monstruos— Le dijo antes de salir de aquel cuarto. Reaccione en los pasillos.
— ¿A quien les dices monstruos?— Le pregunte molesta, empecé a desesperarme— ¡Bájame, que puedo caminar!— Exclame girándome para caer al suelo, al que no caí porque me sostuvo, me dejo poner los pies en el suelo pero no me soltó y me acorralo contra una pared.
— ¿De verdad crees que esas personas van a venir por ti?—Se notaba que estaba enojado y su cara estaba muy cerca de la mía— Por lo único que te aceptarían seria por tu poder, nunca les importaste y lo sabes— Mi orgullo no me dejaba admitir que tenia razón, me dolía el hecho de que siempre lo había sabido.
—Mis padres no perderán la esperanza y Vera vendrá por mi— Dije en un hilo de voz, las lagrimas amenazaban con salir. Note que sus ojos se ablandaban un poco. De pronto hizo algo que no me esperaba, ¡me beso! Primero suave y después más fuerte, yo solo me dejo llevar…

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